viernes, 17 de octubre de 2014

Sigue en pie la exposición de Mario Alberto Maplé


Desde la semana pasada puede verse la exposición de Mario Maplé en Casa Mèxic Barcelona, una colección de retratos bajo el título de "El No Retrato", que configuran la primera exposición de este artista tapatío en Barcelona.

Este es el texto inicial de la exposición:

Mario Maplé 
El No Retrato del Artista Adolescente 
Mario Maplé llena de rostros Casa Mèxic Barcelona en una exposición, la primera en Barcelona pero que seguro no será la última, en que nos acerca sus últimas creaciones figurativas. La juventud del artista tapatío, residente en Barcelona mientras sigue estudiando arte, no es motivo para que el crítico de arte se ensañe ni en el estilo ni en la técnica del creador. Al contrario, esta juventud desprende un ímpetu y explosión vital que se plasma sobre el papel, desgranando los rasgos y los no-rasgos de los personajes que dibuja. Rostros desgarradores que viven en la frontera de la descomposición, hombres - casi todos hombres - que se desfiguran a medida que uno se aleja de la nariz. Hombres que no ven más allá de esas narices - rojas como las de los payasos de la crueldad y de lo grotesco -, otros con ojos desbordantes del paranoico que busca permanentemente algo donde asirse. 

 La exposición inicia con parejas de retratos en grafito, aquellos verdaderos rostros que se ocultan tras la fachada de amigos de la infancia, de familiares conocidos, de compañeros de fatigas... el rostro real que Maplé ve en ellos después de una charla, o en el recuerdo a la distancia, buscando la esencia del individuo y confiriéndole corporeidad, haciéndola epidermis. Rasgos que desvelan lo oculto, la miseria, la ilusión, la lucha, el deseo de todos estos personajes anónimos y al que sólo el artista pone nombre. Como si del retratista de Dorian Gray se tratara, la pintura nos desvela, ahora sí, el no retrato de una verdad que a menudo es horrenda y fea. 
En las otras salas, como si de José Luís Cuevas se tratara, insufla a sus retratos de un entorno extraño: formas sinuosas, explosiones, ojos sin órbitas, miradas lánguidas, cuellos contorneados, orejas de fauno y calvas prominentes. No retratos de hombres de la calle. No retratos de visiones oníricas incluso. Y tres retratos centrales, buscando con los ojos una salida del propio marco, necesariamente situados tras un cristal para alejar al espectador de ese horror que nos resulta conmovedor. Mario Maplé da una vuelta de tuerca más a aquello que hicieron los maestros de la época de oro, de Velázquez a Goya, en sus retratos. Descubre la psicología del personaje, la entiende, la analiza, y la plasma sobre el papel, devolviéndonos aquello que el personaje tiene de doloroso, de trágico, de sencillo, de libidinoso, de cordial o de amable. Y después de pasarlo por el tamiz del naturalismo francés, del expresionismo alemán, con toques del fauve y del surrealismo, y culminando con destellos de Bacon, nos desvela de nuevo la belleza de lo feo. Georges Bataille decía "Las pinturas de Picasso son horrendas, las de Dalí son de una fealdad espantosa (...) Si los movimientos violentos consiguen sacar a un individuo del estado de profundo aburrimiento es porque posibilitan el acceso, por no se sabe qué profundo error, a una horrible fealdad que complace". Gracias, Mario Maplé, por complacernos.
 Albert Torras Coleccionista.

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