viernes, 12 de agosto de 2011

Celebrem el Centenari del còmic mexicà per excel·lència

Artículo de este viernes en El Periódico de Catalunya

Charles Chaplin llegó a calificarlo como «el cómico más grande del mundo», en señal de admiración y posiblemente también de hermandad. Porque tanto él como Mario Moreno, de cuyo nacimiento se cumplen hoy 100 años, se convirtieron en leyendas buscando la comedia en la tragedia del hombre marginado. Porque lo que Charlot es a Chaplin, a Moreno lo es Cantinflas, ese héroe pícaro y dulce con los pantalones de cadera caída sujetos con un cordel, el diminuto sombrero con forma de barco de papel, el bigotito imposible que le entrecomillaba esa boca constantemente enredada en un laberinto de palabras.
Moreno creó a Cantinflas en 1936 mientras viajaba por México con un espectáculo vodevilesco itinerante. Una noche, obligado a sustituir al maestro de ceremonias, salió al ruedo y sufrió un ataque de pánico tan profundo que no pudo más que balbucear. Sin embargo, sus frases inconexas causaron sensación entre el público, y pronto empezó a trabajar en una rutina que mezclaba jerigonza, malas pronunciaciones, exageraciones y pantomima y que lo convertiría en ídolo en todo el mundo hispano. Hoy, al arte de hablar de forma confusa y sin decir nada se conoce como «cantinflear». La Real Academia de la Lengua aceptó el uso del término un año después de la muerte de Moreno, el 20 de abril de 1993.
MÁS DE 50 PELÍCULAS / En la piel de Cantinflas, el actor rodó más de 50 películas. Ahí está el detalle (1940) lo lanzó a la fama, y otros títulos como Ni sangre, ni arena (1941), ¡A volar joven! (1947), El bombero atómico (1952) o El bolero de Raquel (1957) hicieron célebres para las masas sus satíricos ataques al poder establecido mexicano. En los años 50 probó suerte en Hollywood. La vuelta al mundo en 80 días (1957) fue todo un éxito y le proporcionó el Globo de Oro. Pepe (1960), con Frank Sinatra, en cambio, fue un fracaso y marcó el fin de su experiencia americana.
Hacia el fin de su carrera, Cantinflas había perdido su mordiente y producía en masa películas que hacían propaganda para el gobierno de su país. «Fue un cómico excepcional que con los años se volvió predecible, lleno de fórmulas y clichés», ha asegurado el crítico mexicano Carlos Bonfil. «La imagen que los mexicanos conservamos de Cantinflas es la de un ser crítico y subversivo, que expone la retórica gastada de los gobiernos, pero con el tiempo se vuelve un miembro de la burguesía, cercano al régimen».
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Sin embargo, nunca dejó de compartir su fortuna con su pueblo, construyendo hospitales y viviendas, ayudando a quienes a diario hacían cola en su puerta. «Pienso que la herramienta más eficaz para unir a la gente es la alegría, la risa», dijo una vez. «Desearía que un niño al nacer lo hiciera con una carcajada en vez de un llanto», añadió el artista.
Precisamente por motivos económicos el aniversario, que lleva días conmemorándose en México, se ha visto ensombrecido por las disputas judiciales que el hijo de Cantinflas y su heredero legítimo, Mario Arturo Moreno Ivanova, mantiene por los derechos del legado cinematográfico con el sobrino del cómico, Eduardo Moreno Laparade.
 Y mientras denuncia un supuesto intento de lucro a costa de su padre por parte de «fundaciones apócrifas», ya ha comercializado un tequila marca Cantinflas y ha anunciado la inminente aparición de videojuegos, series de dibujos animados, películas -una de ellas estaría protagonizada por Óscar Jaenada- y hasta jabones y toallas. Un bonito homenaje

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