jueves, 28 de julio de 2011

Àlex Vidal, un joven catalán en México

Àlex Vidal és un jove català, un dels protagonistes d'aquest reportatge de Tiempo, en que ens mostren casos de persones que emigren en temps de crisi a Llatinoamèrica en recerca de noves oportunitats:
"De las percepciones al fenómeno mucha agua ha de correr bajo el puente, es verdad. Como también lo es que los números marcan tendencias, nos gusten o no, y suelen ser interpretados dependiendo del prisma. Desde orillas irreconciliables, en ocasiones. El súbito incremento el último año de personas con nacionalidad española en América, verbigracia. En total 102.000 más. ¿Es la crisis la causante del éxodo? El Gobierno a pie juntillas replica que no, que hay otros contextos que explican aquello, que quizá, solo quizá, una décima parte de esa cifra sí corresponda a una movilidad forzada por la horca de la economía.
Otros, en cambio, no se andan con rodeos y lo afirman a voz en cuello: las perspectivas de negocio en Latinoamérica -de empleo, en el peor de los casos- parecen una frontera posible, la llamada fuga de talentos existe, no puede obviarse, y es apenas explicable por un número catastrófico: 40% de paro juvenil. Según el Instituto Nacional de Estadística, de los 1,7 millones de ciudadanos españoles que residen en el extranjero, más de un millón se mueve a sus anchas en el continente americano. Con una salvedad: solo 28 de cada 100 nacieron en España. Hijos o nietos de migrantes españoles o migrantes latinoamericanos con nacionalidad reconocida y extendida, además, al árbol genealógico venidero.
Con estadísticas en mano, Pilar Pin, directora general de Migración, rechaza la tesis de la supuesta avalancha de movilización de ibéricos a Latinoamérica como secuela de la crisis. La ley de memoria histórica, que reconoció la nacionalidad a los herederos de muchos de los expatriados en las décadas del 40 y 70 del siglo pasado, así como la diversificación del mercado de las empresas españolas en América, mostrarían que no hay ningún aluvión considerable de emigrantes. “La crisis no está siendo un elemento de movilidad esencial -dice Pin-, sin crisis las cifras serían las mismas. Un porcentaje tan bajo ni puede considerarse un fenómeno ni un asunto de investigación”.
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“Este es el siglo de las migraciones”, añade Pin, pero lo de América no puede entenderse como una migración forzosa sino como el desarrollo de proyectos personales de crecimiento de los profesionales. “No es lo que ocurrió en los 60, que era gente sin cualificar la que se desplazó. Ahora ocurre lo contrario”. Para zanjar la discusión concluye que, en todo caso, no puede dársele una connotación negativa a la movilidad migratoria del país hacia el mundo y convertir aquella ventaja sustancial en una disfunción. Pin recuerda que más allá de un mercado atractivo, el Estado de bienestar es muy distinto en Latinoamérica, “algo a lo que es muy difícil renunciar”.
Parcialmente le da la razón Sonia Sarrión Pérez, una madrileña de 34 años que se vio obligada a perseguir mejores negocios en el área de la construcción en Córdoba, Argentina. “Por la crisis decidimos venir. Salimos a mediados de 2008. Mi marido, que es arquitecto, es argentino y conocía el mercado aquí. Pero en Latinoamérica sigue siendo muy precario el sistema de salud, los sistemas político y social están lejos de la situación europea, ni qué hablar de la seguridad”. En síntesis, el Estado de bienestar que refiere Pin. No obstante fue en Argentina en donde pudo volver a conjugar un verbo escaso en el mundo de los negocios de España: invertir.
Sonia y su esposo están empeñados en regresar, quieren que sus hijos de 3, 4 y 6 años tengan la educación y cultura de España. La llegada del PP al poder regional ensanchó sus expectativas del pronto retorno. “Peor que lo que han hecho los socialistas seguro que nadie lo hará”, cuenta Sonia a Tiempo, y añade con optimismo que “a pesar de la crisis apostaremos por mi país”. Una apuesta que pueden hacer entre otras cosas porque las inversiones en el país gaucho resultaron rentables. Argentina es el lugar que más acoge a los ciudadanos españoles: alberga a 345.866. En 2010 la estadística era de 322.002.
Antes de despedir la entrevista, y de nuevo en el campo de las percepciones, Sonia lo dice sin ambages: “Hay muchos españoles probando suerte en Latinoamérica”. Álex Vidal, por ejemplo, un economista de 32 años que confiesa su enamoramiento por México. Hoy trabaja para el Gobierno catalán desde el Distrito Federal “apoyando empresas interesadas en internacionalizar su mercado”. Lleva dos años allí. La palabra regreso no figura por ahora entre sus planes. “Con un panorama tan grave para los jóvenes, casi que la única lógica posible es salir del país para crecer profesionalmente. En España ya pasó el tiempo de la preocupación, estamos en el de la resignación”.
Prejuicios.
Le llenaron la cabeza del México del estereotipo, peligroso e inseguro como el que más, pero hasta ahora ha sorteado aquel cliché sin mayores contratiempos. Dice Álex que los latinoamericanos son mucho menos fríos que los europeos, que hay un mercado mucho más propicio allí si quieres crear una empresa, que oye cada tanto historias de españoles migrantes por la crisis, en Puebla por ejemplo, y que siguiendo las perspectivas regulares de la economía, la española seguirá en crisis otros cuatro años por lo menos antes de que los periodistas puedan contar que volvió a reactivarse. “Encontrar trabajo para tanta gente ahora es muy difícil”.
Palmira López Fresno, delegada de Cataluña del Club Excelencia en Gestión, opina en esa línea que fenómeno migratorio sí hay, que la crisis ha sido un factor clave importante, que Brasil y México en Latinoamérica ofrecen oportunidades invaluables actualmente para desarrollar negocios y que sería absurdo negar todo aquello. “Hoy por hoy, si un español encuentra un buen trabajo es difícil que regrese”, señala convencida, y a renglón seguido dice que si estos talentos se pierden “nos empobrecemos como país”.
En un punto intermedio se ubica Marta López Tappero, del departamento de movilidad de Adecco: “No hay razón para dramatizar. La crisis sí ha sido un catalizador de la migración, pero eso no está del todo mal. Además no ha sido la única causa. Hay también un movimiento de globalización en sí mismo. Nuestros jóvenes están buscando otras oportunidades, mejorar sus competencias, integrarse en un mundo cada vez más internacional”. Según el INE, Brasil pasó de tener 82.189 ciudadanos españoles en 2010 a registrar 92.260 este año. En el último lustro, para más señas, el Gobierno brasileño expidió 5.227 autorizaciones de trabajo.
Algunos analistas consideran que, por cuenta de la crisis, las empresas españolas, obligadas a dejarse de mirar el ombligo, buscan capitalizar acuerdos de negocio en Latinoamérica que amorticen los números de sus balances. Recientemente se publicó un informe que reseñaba que ocho de cada 10 firmas españolas con presencia en ese continente aumentarían sus actividades, en especial en Brasil, México, Chile, Colombia y Perú. De este último país conoce mucho Felipe Portocarrero, rector de la prestigiosa Universidad del Pacífico, en Lima. Para él quizá “estemos en la fase embrionaria de esta migración española”. Aunque en Perú, dice, el fenómeno no es tan palpable.
El investigador de la Universidad de Salamanca Alberto del Rey resume así su percepción: “La emigración de gente altamente cualificada a Latinoamérica parece sólo atractiva a través de las diferentes multinacionales que operan allí. En principio los salarios son más bajos que en España. No creo que les compense económicamente. A pesar de que la crisis ha afectado especialmente a la población inmigrante, el número de estos que ha retornado es muy bajo. ¿Es posible pensar que lo que no es atractivo para los originarios de América Latina lo pueda ser para los españoles?”.
Fenómeno o percepción, depende la orilla que lo interprete, unos 10.000 españoles migraron a América en el último año. ¿Por culpa de la crisis? No hay datos aún para resolver ese interrogante con certeza.

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