lunes, 30 de mayo de 2016

Entrevistan al Embajador Edmundo Font, exconsul de México en Barcelona


Catalunya Press ha aprovechado la visita de Edmundo Font a Barcelona para conversar con él. Escritor, poeta, pintor y diplomático mexicano, fue Cónsul General de México en la Ciudad Condal de 1992 a 1995.


Font guarda un buen recuerdo de sus años en Catalunya, donde tiene parte de sus raíces y a la que siempre le gusta volver.

- ¿Cuál es el motivo de su visita?

Para mí es siempre algo entrañable poder volver a Barcelona, a Catalunya, a donde vengo desde que tengo cierto uso de razón. Porque mi familia viene de Girona, mi abuelo está enterrado en Sant Andreu. Y tuve la fortuna de ser Cónsul General de México en Barcelona, en la época de las Olimpiadas. Esa ocasión me permitió establecer una bella red de amigos, intelectuales, gente de la empresa privada y políticos catalanes bastante prominentes. Y de los amigos intelectuales quedan algunos importantes. Se han ido otros como Jaime Camino, para mí el gran cineasta que hizo parte de la memoria de la época del franquismo. La última película, como ustedes saben fue fundamental: 'Las largas vacaciones del 36'.

Esta ocasión vengo a Barcelona invitado por el Consulado de México, enviado por la Cancillería mexicana a dar conferencias para conmemorar los cien años del gran maestro, musicólogo, pintor, intelectual, de alguna manera, embajador oficioso en la época en la que no había relaciones con México, Salvador Moreno. Moreno vino a Europa después de una sólida formación musical en México; descubre en los años 40-50, Barcelona, decide establecerse aquí y se vuelve una especie de puente entre Catalunya y México.

Él fue autor de una de las grandes óperas latinoamericanas, 'Severino', basada en un libreto de Joao Cabral de Melo Neto, que fue cónsul de Brasil acá. Lo significativo es que la ópera de Salvador Moreno la canta por primera vez en el Liceo un joven que se llama Plácido Domingo, hace 50 años. Ustedes verán que hay mucho material para rendir homenaje a un hombre que entregó su vida, porque era un hombre sin aspavientos, era un ser humano de una tolerancia y de un don de gentes en su sencillez extraordinario.

Moreno vivía en ese edificio, de triste memoria arquitectónica que hizo José María de Porcioles en la Barceloneta, y tenía el mar Mediterráneo enfrente. Un hombre que fue amigo de Rosa Chacel, amigo de los grandes poetas españoles en México. Solo un ejemplo de esos puentes que existieron entre México y Catalunya. Entrevista completa aquí.

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