
Fue ante la inminencia de Segunda Guerra mundial, recuerda el medio inglés, que aprovechó la oportunidad de partir para América.
En un inicio trabajo en un rancho y enseñó agronomía en Michoacán, tal y como había prometido en su carta de ser aceptado en México. Después como un agente de seguros su auténtica vocación. Creo dos empresas de papeles pintados y se casó dos veces. Fue padre de cinco hijos, todos ellos aficionados a montar a caballo.
Sin embargo, el pasado cinco de febrero el corazón del capitán dejó de batallar tras una vida de militancia en la izquierda republicana catalana, señala El País, que recuerda en su artículo El último viaje del capitán Gaya una lectura que hizo ,en noviembre pasado, de una carta dirigida a Lázaro Cárdenas. En ella pedía asilo para construir una vida tras la guerra.
Recibió el de Soci al Mèrit otorgado por el Orfeó Català de Mèxic como reconocimiento a su labor en la promoción de la cultura catalana, refiere el diario español. Lo que nos deja claro que el Capitán murió sin nunca olvidar
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