domingo, 4 de marzo de 2012

La escritora catalana Lolita Bosch, entrevistada para el Informador

Leemos hoy en el diario El Informador de Jalisco esta entrevista a la escritora y bloggera catalana:
Antes de pisar México por primera vez, Lolita Bosch (Barcelona, 1970) tenía apenas unas cuantas referencias de este país en su imaginario: había leído Pedro Páramo, una antología de Carlos Monsiváis y un libro de la editorial Siglo XXI.
Y sin embargo, en su primera noche en el Distrito Federal en diciembre de 1993, Lolita supo que estaba en casa. Imposibilitada de seguir en cama por causa del jetlag, salió de su hotel en la colonia Juárez y caminó hasta la Glorieta de Insurgentes donde se sentó a los pies de la estatua y pensó: “¡Qué extraño! De aquí soy. Aquí me quedo”.
Fue ese amor por México, que se incrementó después de 10 años de residir en el país y otros ocho de ir y venir entre la capital y su natal Barcelona, el que movió a la novelista a emprender un proyecto contra la resignación ante la situación de violencia.
La gota que derramó el vaso fue el descubrimiento de los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas en agosto de 2010. Lolita se encontraba en un pequeño pueblo al Norte de Catalunya cuando recibió la terrible noticia, y, consciente de pertenecer a un colectivo de gente con acceso a la voz pública, decidió que era momento de actuar de alguna forma.
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La convocatoria lanzada por correo electrónico a pensadores, artistas, escritores y académicos para colaborar en la creación de un espacio de diálogo y reflexión derivó a en un blog titulado Nuestra Aparente Rendición (NAR), que al cabo de cuatro meses pasó a ser un sitio oficial con el mismo nombre (http://nuestraaparenterendicion.com).

Ha transcurrido desde entonces cerca de un año y medio en el que, tanto intelectuales como ciudadanos de calle, continúan sumándose a la difícil tarea de discutir un problema complejo mediante una diversidad de géneros y disciplinas: desde el reportaje y el análisis político, hasta la poesía, el cuento y los testimonios de las víctimas.

De entre los proyectos surgidos en el seno de NAR, destacan el conteo de muertos con nombre y apellido “Menos días aquí”; la vinculación entre asociaciones civiles; y el libro Nuestra Aparente Rendición (Grijalbo, 2011), con prólogo y edición de Lolita Bosch. Además de incluir algunas de las colaboraciones más representativas: Alma Guillermoprieto, Jorge Volpi, Eduardo Buscaglia, Julián Herbert y un largo etcétera.

En una mezcla entre su acento catalán y los modismos del español mexicano, Lolita charló con este medio desde Barcelona.

— ¿Qué fue lo que te hizo enamorarte de México?

— Me enamoré de México porque se parece mucho a mí. Es muy alivianado, amante del lenguaje, muy contradictorio, muy alegre, tiene mucha curiosidad, es aguerrido. Se parece a mí en lo bueno y en lo malo. Yo llegué y tuve la sensación de ser de ahí, y lo asumí con mucha tranquilidad, de una manera muy normal. Barcelona la dejé el día que cumplí 18 años y no volví en mucho tiempo.

— ¿Qué se movió en ti cuando te enteraste de la masacre de los migrantes en Tamaulipas?

— Fue un hartazgo y una sensación ético-social fuerte de decir, ‘hay que hacer algo ya’. Mi idea original era convocar a escritores porque el arte logra entrar por esa brecha rarísima y pensé que nos hacía falta la lectura del arte frente a todo eso que vivíamos, pero luego se fue convirtiendo en muchas otras cosas. Dejó de ser un portal literario y se convirtió en un espacio para dialogar desde todas las disciplinas y todos los ángulos posibles, excepto desde la voz de los políticos. Es totalmente ciudadano.

— ¿Cuál es la importancia de discutir el problema de la violencia organizada desde diferentes perspectivas?

— Siempre he creído que la literatura puede acceder a un lugar que socialmente es muy difícil de entender. Es muy difícil entender cómo llegamos hasta aquí y cómo vamos a salir de aquí, lo que es vivir con miedo y estar tan cerca de la violencia. Tenemos que comprender un chingo de cosas, y obviamente esto no se puede pensar desde un solo lugar. Ni desde un solo lugar político, ni desde un solo lugar humano. Yo he invitado tanto a terapeutas como a víctimas y a poetas, no importa. Si alguien quiere ver quién ha escrito tiene que ir a buscarlo, porque no se diferencia a Juan Villoro de una señora que se llama Rita que escuchó una balacera en Sonora.

— ¿Por qué crees que el portal ha crecido de la manera en que lo ha hecho? ¿Cómo fue que se empezó a unir la gente común?

— Lo que yo creo que tiene el portal es mucha credibilidad, que eso es algo muy difícil de conseguir hoy en México. Entonces para muchos era como una necesidad, la gente necesitaba un lugar. A 20 días de haber abierto el blog de NAR, abrí otro que se llama “Menos días aquí”, que es el que cuenta los muertos, y a raíz de eso llegó mucha gente buscando a sus familiares. Además, los que empezaron a colaborar se trajeron a su banda, y eso fue muy chido. Yo creo que también ha servido para vincular las buenas propuestas que hay en México.

— Como editora del portal estás en continuo contacto con una realidad muy difícil, ¿no te entran ganas de abandonar la causa en algunos momentos?

— Pues sí. Yo edito en general, pero somos muchos y hay gente que va y viene. Y sí es muy triste, porque nos llegan muchísimas peticiones de víctimas: gente que escribe y nos dice que acaban de secuestrar a sus hijos, o gente que le mataron a su hijo en otro Estado y no tiene dinero para ir a averiguar y quieren saber si podemos mandar a alguien para que averigüe. Y lo que es muy triste también es que hay mucha gente con más acceso a la información que tiene la posibilidad de hacer algo y no hace nada, porque siguen en la misma necedad de que esto no está pasando o que es una guerra del Norte. Es una guerra que está afectando a los pobres, y cuando ves lo jodidos que están los pobres dices ‘no es posible’. Es mucha tristeza y mucha indignación.

La ventaja es que yo entro y salgo de México, entonces de repente puedo respirar. Y trabajo como novelista todos los días hasta las dos de la tarde. Es una disciplina casi sagrada, porque es lo que me mantiene viva. Todos los voluntarios que trabajamos en el portal necesitamos salir un rato de esto mentalmente.

— ¿El tema de la violencia en México se ha mezclado con tu faceta literaria o son dos cosas separadas?

— Hago teatro, literatura infantil, juvenil y para adultos, y en lo único que me ha afectado es en la novela para adultos que estoy haciendo sobre la historia del narco. Empecé con ella a finales de los noventa y casi la tenía terminada en 2006, cuando de repente se viene la guerra esta y todo lo que yo creía de México se derrumbó. Entonces tuve que reescribirla y en eso ando. Lo que cambió es que nosotros veíamos al narco como parte de nuestra historia y ahora está muy presente, y es algo que es muy difícil de narrar porque da mucho coraje el cochinero que han hecho con el país. Esa novela ya está programada para salir en otoño de este año, ya la estoy terminando.

— ¿Crees que la sociedad civil mexicana está lo suficientemente despierta como para provocar mejoras significativas?

— No. Todavía no. Pero siento que en 2011, y gracias en gran parte al movimiento de Sicilia, la sociedad ha reaccionado mucho en México ¡muchísimo! Creo que cada vez hay más gente que se siente involucrada en un proceso de paz. También veo un cambio en la generación que ya no fue educada por el PRI: los chavos de 20 años no se dejan tan fácil y tienen un sentido distinto de ciudadanía.

Y sí se han provocado cambios, sobre todo en atraer la atención de la sociedad internacional. Lo que pasa es que en México, si bien la ciudanía ha logrado muchas cosas, lo que no tiene es poder para frenar la guerra. Puede ayudar a las víctimas, informar para tratar de hacer justicia en casos subjetivos. Detener la guerra es algo que solo pueden hacer las autoridades.

Es una tarea titánica, pero no podemos sentarnos a esperar a ver qué hacen los políticos. Hicimos un proyecto que se llamó El Mapa Latinoamericano de Nuestro Futuro, en el que preguntamos a 52 escritores de toda América Latina cómo habían vivido los periodos de violencia extrema en sus países, en guerra o en dictaduras. Y esto me sirvió mucho para entender qué viene después de lo que estamos viviendo en México. Y realmente lo creo que la salvación de México está única y exclusivamente en la sociedad civil.

— ¿Cuáles son las previsiones para el portal de NAR?

— Hemos dicho que cerramos el día en que podamos ayudar a crear o crear una Comisión de la verdad. Estamos analizándolo porque hay muchas: en España no funcionó pero en Argentina es mejor. Queremos entregar con nombres y apellidos todos los muertos que hemos contado. Queremos saber quién es responsable de lo que está pasando y si nos tardamos 15 años pues ni modo. Pero al pueblo le deben una explicación y esa es la intención de la comisión. Nosotros sí sabemos quiénes murieron y cuantos activistas y periodistas mataron, y queremos que alguien nos dé una explicación porque nosotros tuvimos que vivirlo y ha sido terrorífico.

— ¿A pesar de todo queda esperanza?

— Veo que la gente piensa que esto puede acabar y eso es lo más importante. Que nadie está rendido en el fondo, y es increíble. Nadie ha dicho ‘no pues ni modo así es México’. Hay que ser consecuentes con lo que amamos, porque es lo que nos puede salvar. Yo creo que si la gente viera lo que los activistas, estaría más organizada, por eso hay que estar informados. Porque además somos muy amantes de México. A lo mejor España ya no necesita tanto a sus ciudadanos, pero México sí.

Novelista

Lolita Bosch nació en Barcelona en 1970, pero ha vivido en Albons (Cataluña), Estados Unidos, la India y en la ciudad de México. Es licenciada en filosofía por la Universidad de Barcelona, tiene un diplomado en escritura creativa y un posgrado en letras en la Universidad Nacional Autónoma de México. Escribe en catalán y castellano, y su obra ha sido traducida a más de 6 idiomas. También dirige el Colectivo Fu de Literatura.

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