lunes, 18 de julio de 2011

Artículo sobre Jaime Nunó y MEXCAT en el diario Imagen de Veracruz

Peniley Ramírez ha elaborat un reportatge, al diari Imagen de Veracruz, aprofitant que aquest 18 de juliol és l'aniversari de la mort de Jaume Nunó, compositor de l'Himne Nacional de Mèxic. Per al reportatge han parlat amb els membres de l'entitat Albert Torras, Cristian Cantón i Raquel Tovar, a més de la Sòcia d'Honor de MEXCAT Silvia Navarrete.
"Es común la creencia entre los migrantes que pasan por México que si logran aprenderse el himno nacional pueden recorrer el país sin que la “migra” los moleste. Lo cierto es que ni ellos ni muchos mexicanos conocen de memoria las diez estrofas del himno, menos la historia de la música que lo acompaña.
Este relato entra a México por el puerto artificial de Veracruz, pero comienza en otra bahía, natural y de bolsa, que resguarda la ciudad que en ese entonces era aún llamada Villa de San Cristóbal de La Habana.
Es el año de 1853, faltan quince aún para que comience la primera guerra de independencia en Cuba y la isla es aún paso boyante entre España y los países de América continental. Coinciden dos personajes en la ciudad, ambos extranjeros y dispares por sus orígenes y temperamentos.
Jaime Nunó –catalán, nacido en 1824 en San Juan de las Abadesas, 120 kilómetros al norte de Barcelona– radicaba en la isla pues había sido nombrado Director de la Banda de Regimiento de la Reina para modernizar las bandas militares insulares.
Como músico, director de banda, compositor y profesor de piano, respaldaban su desempeño los años de becario en Italia, con el maestro Saverio Mercadante y su renombre en Cataluña como director de bandas militares.
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Viniendo desde Venezuela hacia México para ocupar su último periodo presidencial, de un total de once, estaba el xalapeño Antonio López de Santa Anna. Se conocen en La Habana y traban amistad gracias al carisma del compositor, a tal grado que el político veracruzano invita al músico a dirigir todas las bandas militares mexicanas.
Nunó acepta, llega a México por el puerto de Veracruz ese mismo año en el paquebote Dean y se instala en la capital con un sueldo más alto que militares de mayor rango, lo que de inmediato le valió enemistades.
Un año después, Nunó decide participar en el concurso para musicalizar el himno nacional mexicano. Sabe que su candidatura no será juzgada objetivamente, así que le pide a su amigo Narciso Bassols que transcriba de su puño y letra la composición, para que el jurado delibere sin conocer la identidad de Nunó como participante por su caligrafía.
Gana el concurso, seguido de una gran sorpresa de los jueces y mucha polémica. La obra se estrena el 15 de septiembre de 1854 en lo que hoy es el Palacio de Bellas Artes, entonces Teatro Santa Anna. Es este momento cumbre, dicen sus biógrafos, lo que significó el inicio del olvido de su prolífica obra como compositor.
 
“Un sanjuanense en América”
 
Entre 2006 y 2010, los musicólogos catalanes Cristian Canton  y Raquel Tovar estaban escribiendo un libro biográfico sobre otro compositor catalán, asentado en México durante el Porfiriato, Luis G. Jordá. Esto los puso en contacto con Jaime García Amaral, entonces cónsul de México en Barcelona, hoy embajador en Turquía.
A través de él, se conectaron con la Casa América Cataluña y el Ayuntamiento de San Juan de las Abadesas, pueblo natal de Nunó, “quienes nos encargaron, financiaron y editaron una investigación sobre Jaime Nunó”.
Esta investigación, relatada a IMAGEN por el propio Canton desde Oxford, Inglaterra, inició en España, rescatando la obra de Nunó en su juventud, la historia de la hija que había dejado allá cuando vino a América y su recorrido hasta llegar a México.
“A pesar que estamos reconocidos como los dos expertos mundiales en las relaciones musicales entre América y Cataluña, la tarea era faraónica, algunos de los musicólogos mexicanos más prestigiosos de todos los tiempos, entre ellos el padre de la musicología mexicana Jesús C. Romero, habían intentado esta labor con escaso éxito” cuenta Canton.
En México tuvieron la ayuda de la pianista mexicana Silvia Navarrete, que les compartió sus contactos con musicólogos e historiadores, les ayudó en el acceso a los acervos bibliográficos y los acompañó. “Pero yo conocía muy poco, de hecho incluso otros datos que ahora estamos poniendo en duda, los mexicanos tenemos muy poca noción de Nunó” confiesa Navarrete desde su casa en Cuernavaca.
Agotados los datos en México, los musicólogos continuaron su búsqueda en Estados Unidos, donde vivió Nunó sus últimos treinta años. El músico había llegado aquí por petición de Santa Anna, así que no se sentía bien cuando fue derrocado en 1855.
A raíz de la caída de Santa Anna, Nunó decide irse del país. Canton no cree que corría peligro “simplemente podría haber sufrido marginación por su relación con Santa Anna. En sus propias palabras ‘el país iba de mal en peor’”. Según el biógrafo al parecer Felicità Vestvali, antigua amiga a quien posiblemente conoció de adolescente en Italia, “le ofreció ayuda para ir juntos a Nueva York”.
Salieron de la Ciudad de México hacia Veracruz para embarcarse otra vez a La Habana y de ahí a Nueva York, pero “desgraciadamente, en el trayecto unos bandidos asaltaron la diligencia y le robaron gran parte de su equipaje”.
Al llegar viajó por el país y el extranjero durante catorce años como músico, relata a IMAGEN en entrevista telefónica Jean Dickson, bibliotecaria de la Universidad de Búfalo, Nueva York. “Ya quería asentarse, por lo que su amigo Gustav Shermann le dijo que eligiera una ciudad que le hubiera gustado en sus viajes y se radicara ahí” cuenta Dickson.
En 1869 se instaló en Búfalo, 600 kilómetros al oeste de Nueva York, casi en el límite con el estado de Ohio. Dickson recuerda que según la prensa local de la época, Nunó dijo que amaba Búfalo y que la había elegido también “porque ahí vivían muy pocos españoles”.
En Búfalo dio clases de piano, fundó varios coros, se casó con su segunda esposa, Catalina Cecilia Remington, mucho menor que él y con quien tuvo tres hijos, aunque uno falleció, fue director de orquesta y “dirigió a algunos de los cantantes más respetados de su época”, según Canton.
En su relato, el biógrafo agrega que “durante el último cuarto del siglo XIX fue ampliamente respetado en el este de Estados Unidos y considerado uno de los directores de orquesta más prestigiosos del país”.
Fue a España a buscar a la hija que había dejado de su primer matrimonio y la llevó a vivir a Estados Unidos. Cuenta Dickson que cuando llegaron a Búfalo “su hija tenía 25 años y su esposa 26, pero vivieron todos como una familia”.
También vino a México en 1901 y 1904, pero desde entonces se sintió estadounidense. Por eso sus descendientes debían estar en EEUU y allá fueron a buscarlos.
 


Encuentro fortuito
 
Las biografías anteriores de Nunó, incluso las que se aprenden en México como parte de la historia nacional, siempre estuvieron incompletas. Faltaba ese ingrediente que hilvanaba todo, aquello que Raquel y Cristian sabían que debía estar en Nueva York.
Desde que recibieron el encargo de hacer el libro sobre Nunó, los musicólogos hurgaron en sus contactos en Estados Unidos qué había pasado con la familia de Nunó después de su muerte el 18 de julio de 1908.
El año pasado, “después de muchos emails y llamadas, encontramos un trozo de página de una gacetilla de la Universidad de Yale donde se citaba la muerte de un hombre, Edwing B. Cragin II, que estaba casado con una mujer con el mismo nombre que la nieta de Nunó. Seguimos esa pista hasta un pueblito del estado de Connectticut y de allí a Nueva York donde, finalmente, localizamos a un hombre que podía ser el bisnieto de Nunó”.
Edwin B. Cragin era, en efecto, su bisnieto. Semanas después, Raquel y Cristian estaban tocando la puerta de su casa, donde fueron recibidos por él y su esposa Ginny. Esto parecía el final de una investigación ya mucho más lograda que las anteriores, pero en realidad era el comienzo. El ático de la casa los Cragin conservaba el “tesoro” de Nunó, un baúl con cuatro mil páginas de los archivos personales e inéditos del compositor.
“Los documentos incluían recortes de periódico, documentos oficiales, cartas con Antonio López de Santa Anna y con Porfirio Díaz, cartas familiares, partituras, incluso la batuta con la que dirigió el Himno Nacional por primera vez en 1854” recuerda el biógrafo.
Gracias a esos archivos, además de los recuerdos familiares que les compartieron los Cragin en los dos días que estuvieron con ellos, pudieron conformar “Jaime Nunó. Un sanjuanense en América”, primera biografía completa del músico, que publicó Casa América Cataluña e incluye además “abundantes fotografías familiares de Nunó que llevaban más de cien años sin ser vistas”.
Los Cragin les dieron otro regalo: la banqueta del piano de Jaime Nunó, donada al museo-casa natal de Nunó en San Juan de las Abadesas, Cataluña.
 
México amado
 
En 1901, Nunó fue redescubierto en Búfalo. Según Jean Dickson, “hay cuatro versiones de este encuentro, la más cómica decía que un grupo mexicano llegó a Búfalo buscando a Nunó y cantó en las calles el himno nacional hasta que el músico salió a verlos”.
Según las memorias encontradas por los biógrafos, Nunó dijo: “Abrid ampliamente las puertas de nuestro hogar para que entren todos los mexicanos”. Luego, a petición de Miguel Lerdo de Tejada, el gobierno porfirista lo invitó a volver para realizarle una gira de homenajes por todo el país.
En esa visita declaró sentirse “el hombre más afortunado del mundo por tener dos patrias a las que amar”, refiriéndose a México después de EEUU, pues España ya le era muy lejana, considera Canton.
Aunque murió en los suburbios de Nueva York y fue enterrado en Búfalo, su segunda esposa era americana y “sus hijos hablaban el español con dificultad”, México siempre lo amó. En 1942 los periódicos mexicanos aclamaban sus restos: “¡que Nunó duerma el sueño eterno en medio del pueblo mexicano, ¡que la patria vele su sepulcro!”.
Por eso, fue trasladado a la Rotonda de los Hombres Ilustres, en el Panteón Civil de Dolores, en el DF, donde aún la atmósfera húmeda y el pasto verde lo resguardan junto a Siqueiros, Diego Rivera, Díaz Mirón.
 
La obra desconocida
 
Nunó escribió 600 obras durante su vida, con un repertorio que abarca los géneros religioso, coral, canciones, obras para piano, aunque hoy se conservan unas veinte en archivos dispersos en México, España y Estados Unidos.
Según Canton, “Nunó fue víctima de su obra más conocida, el Himno Nacional Mexicano”. Sin embargo, Albert Torras, vicepresidente de la Asociación Cultural Mexicano Catalana, dice a IMAGEN desde Barcelona que “esta composición, aunque no sea quizás la más rica, ni la más bien estructurada, ni la más bella, es la que ha dado mayor proyección a Nunó a nivel internacional”.
Para Torras, Nunó es un símbolo de la relación México-Cataluña. El 15 de septiembre, en San Juan de las Abadesas, el cónsul mexicano hace ondear la bandera y da el Grito, se hacen fiestas mexicanas, para rescatar también allá la memoria de Nunó.
En Búfalo, dice Dickson, Nunó se volvió un desconocido después de su muerte. Este año, sin embargo, el 5 de mayo el periódico local The Buffalo News publicó un artículo sobre su obra. Ahora, la asociación latina Hispanic United está preparándole un homenaje.
En una crítica de la época la obra del catalán es descrita como una combinación perfecta de “la floridez italiana, el vigor germano y la grandiosidad americana”. Silvia Navarrete, por su parte, la ubica dentro de un corte romántico. Dos canciones suyas que ha interpretado, How sweet is to love (Qué dulce es amar) y The days that are no more(Los días que ya no son) están basadas en poesía de los escritores John Dryden y Alfred Tennyson, respectivamente, lo que muestra a Nunó como un hombre cercano a la literatura.
Canton la considera una música “madura, elaborada, reflexiva, profunda” pero desconocida actualmente. En 2007, Navarrete interpretó en España el vals Adiós a México, compuesto en Texas a su regreso de la gira de 1902. En noviembre pasado, por el Centenario de la Revolución, interpretó en España dos canciones, con la cantante mexicana Ana Gabriella Schwedhelm.  
Hoy continúan con este empeño. Canton y Tovar crearon la editorial musical Mozaic Editions (www.mozaic.cat) y Navarrete está en trámites con Bellas Artes para grabar más obra de Nunó con músicos mexicanos. En octubre próximo, presentarán en Cuernavaca, Guadalajara y México DF la biografía de Nunó e interpretarán su música, para rescatar su obra mucho más allá del himno nacional.

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