El Periódico ha entrevistat a Damián Figueras, arquitecte català que assegura que amb la crisi se li han obert noves portes de negoci a Mèxic. Aquí us transcrivim l'entrevista.
-¿Cuánto tiempo lleva exiliado?
-Un año y nueve meses. Estudié en la Architectural Association de Londres, una escuela potente de la que ha salido gente como Zaha Hadid y Rem Koolhas. Acabé en el 2008 y no había más que crisis y crisis. Despidieron a 2.000 arquitectos en cinco meses y en Barcelona era peor.
-Y prefirió no apuntarse al paro.
-Una compañera de la universidad me comentó que su familia quería construir unas casas y un edificio de oficinas. «¿Te vienes?», me dijo.
-¿Adónde?
-A Saltillo, Cuahuila, una ciudad de la frontera norte de México. La familia tiene una especie de maquiladora de metal y hace proyectos gigantes, como el circuito de aire acondicionado del metro de Nueva York.
-Saltillo... ¿Tuvo que ir a Google?
-Sí. Vi que era un lejano Oeste muy duro. Pero dije: «¿Vamos a verlo?».
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-De Londres a Saltillo. Un abismo.
-El aterrizaje fue muy heavy. Saltillo es una ciudad de 600.000 habitantes, de cochazos, McDonald's, carreteras inacabables, un poco Texas.
-¿Llegó a adaptarse?
-Éramos tres socios y un día uno de ellos me dijo: «Hay que hacer proyectos de vivienda social. Allí es donde esta la lana, buey. Mi objetivo es estar en la lista Forbes». Primero no lo entendí. ¿Lista Forbes?... ¡Los más ricos del mundo! Ese no era mi objetivo.
-¿Y cuál es?
-Siempre he querido dejar una huella en los lugares y en la gente. El arquitecto tiene una gran responsabilidad porque crea escenarios que influyen en la forma como actúan las personas. Yo soy más de proyectos pequeños y sensibles, arquitectura a la vez explosiva y contenida, como la japonesa.
-Adiós Saltillo, entonces. Y otra vez a buscar trabajo.
-En Londres enviaba 200 currículos y a duras penas me contestaban 50. «Gracias por enviar su solicitud a esta oficina. Su trabajo es muy interesante, pero en este momento no estamos contratando. Pruebe en seis meses. Buena suerte».
-Eso los que contestan.
-En el DF tuve 12 entrevistas en 10 días. No me lo podía creer: conocí estudios muy interesantes, gente con ganas de romper con todo y terminé con una arquitecta que está haciendo mucho ruido, Tatiana Bilbao.
-Algo así es impensable en Londres o Barcelona.
-Europa está muy estancada y hay miedo. Es una pena porque el discurso de la crisis limita mucho. En cambio, México es mucho más vibrante.
-Su oportunidad no tardó en llegar.
-Los actores Gael García Bernal y Diego Luna y el productor Pablo Cruz tenían un proyecto para reformar un cine al que no iba nadie y que estaba metido en una plaza gigante llena de restaurantes. Un día me llevaron allí y me pusieron delante de aquel monstruo, un símbolo de la cultura trash, supergringo. «Queremos que lo conviertas en 10 salas de cine de culto», me dijeron.
-¡Glups!
-Solo tenía un ordenador portátil, ¡ni siquiera tenía impresora! Pero me lancé: «¿Para cuándo lo quieren? ¡Vamos a darle! ».
-Fuera de casa nos atrevemos más.
-En Europa siento que llevo un lastre pero en México soy más libre. Empecé desde casa, monté un equipo, hice unas propuestas y les encantó.
-¿Con qué les convenció?
-La gente que llenaba los restaurantes tenía que entrar casi sin darse cuenta en los cines. Me inspiré en las torres de luz de los cines de Los Ángeles y proyecté unos neones de colores que subrayaran las películas en la fachada, entraran en el vestíbulo y se metieran cada uno en su sala. En vez de ir a la sala 1 o 2, se va a la sala verde o amarilla. Es el primer gran proyecto de mi propio estudio, DaMin. De no ser por la crisis, no tendría esta oportunidad en México.
-Estos días que está en Barcelona, ¿qué sensación tiene?
-Hay un tema de añoranza, pero también la sensación de que aquí hay mucho orden, todo está muy establecido, acotado, hay mucho protocolo hasta en la forma como se relaciona la gente. ¡Incluso Londres es más caótica y sucia que Barcelona!
-¿Tiene un plan B por si le falla su aventura americana?
-No, probablemente seguiría explorando en otro sitio, quizás en Bang-kok. Con esto cerraría un ciclo y podría volver con muchas ideas.
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