La mexicana Denise Guerra ha perdido su turno de trabajo en el colegio de Guanajuato en el que está contratada en prácticas. La huelga salvaje de los controladores ha hecho imposible que esté hoy lunes en México para incorporarse a su empleo de maestra: "Ahora le correrá el turno y tendrá que esperar varios meses para volver a trabajar", se lamentaba ayer por la tarde Jesús Caudillo, su marido, quien esperaba junto a sus dos hijos a que la compañía Aeroméxico les consiguiera un asiento en alguno de los vuelos. "Vaya imagen que nos llevamos de España".
Esta familia llegó hace menos de una semana a Barcelona para conocer la ciudad. Después se iban a trasladar a Madrid, donde tenían pensado quedarse tres días más. La huelga les sorprendió aún en Barcelona y no pudieron volar a Madrid. Tuvieron que pagar billetes de autobús para todos y se han quedado sin apenas dinero. Denise y su marido aseguran que pasarán su segunda noche en Madrid en los pasillos de la Terminal 1, ya que no pueden pagar nuevamente el precio de un hotel: "El primer día nos fuimos a dormir a Paracuellos del Jarama, pero ya no tenemos más euros".
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Es la primera vez que visitan España. "Lo que más nos ha gustado de Barcelona fue la Sagrada Familia, pero en Madrid lo único que conocemos es el 'sagrado aeropuerto de Barajas", bromea esta joven, que no se resigna a perder su puesto de trabajo por la cancelación de sus vuelos. "Lo peor de todo es que no sabemos qué hacer aquí en Barajas. Nos han dado un número de teléfono de la Embajada de México en Madrid pero no contesta nadie. Y nos han dicho que hasta que no se acabe el puente no nos pueden atender", relata esta mexicana.
Lo peor de todo, y en esto coinciden con la mayor parte de los pasajeros que permanecen en la terminal, es que apenas tienen información de los pasos que tienen que dar para conseguir unos nuevos billetes para los cuatro: "Quizá tendríamos que presentar una reclamación a la compañía aérea o a las autoridades españolas, pero nadie nos dice nada, y la verdad, da la sensación de que no le importamos a nadie", sostiene Jesús, que se queja de los altos precios de las cosas en los establecimientos del aeropuerto madrileño.
La imagen de España se ha visto seriamente dañada. Esta familia mexicana compara estas vacaciones con las que disfrutaron hace dos años en China. Sostienen que, pese a desconocer el idioma, fue más fácil hacerse entender en Pekín que en el aeropuerto de Barajas: "Nosotros nos comunicamos en español, pero parece realmente que hablamos otra lengua. Por mucho que intentamos que nos den una solución no la tenemos", explica Denise, que duda si volverá de nuevo a España: "Lo que nos han hecho no se hace a nadie. A ver como soluciono ahora este problema con el colegio al que ya no me podré incorporar".
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