El escritor Jordi Soler hace una reflexión interesante este domingo pasado en el diario El País. El se define así: "Soy hijo de una familia barcelonesa que emigró a Veracruz, México, donde ser catalán consistía en sumar un ramillete de variables tales como llamarme Jordi, oír a Joan Manuel Serrat, seguir los resultados del Barça en el periódico, cantar el Sol solet y el Cargol treu banya, comer butifarras, beber un horrible vino importado del Penedès y hablar catalán, una lengua que, en aquella selva mexicana donde nací, nos dotaba de un lustre exótico". Os recomendamos su lectura entera en el siguiente enlace: El Relato Catalán.
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