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El pasado 8 de octubre se llevó a cabo en Casa América Catalunya una visita guiada por la exposición del escritor argentino Julio Cortázar, en donde Carlos Álvarez, editor del Cortázar más inédito y comisario de esta exposición, habló sobre un Cortázar más humano, contando anécdotas y descripciones sobre los objetos presentados en la exhibición.
Dicha exposición narra la relación tan cercana que el escritor tuvo con Barcelona, siendo un homenaje al centenario del nacimiento de un cronopio llamado Julio Cortázar.
“El hombre que parecía que no paraba de crecer” como lo definía Gabriel García Márquez (llegó a medir 1.93 mts.), dejó un legado de artículos y pertenencias que tienen una historia en particular. Discos, cartas, documentos y primeras ediciones de sus libros, los cuales habían sido cubiertos por plástico por el mismo autor, regalos con dedicatorias escritas con su puño y letra que nunca llegó a entregar.
Entrañables pertenencias
Todas las anécdotas contadas por Carlos Álvarez son interesantes, pero una que sobresale es respecto al cuadro preferido del autor de “El Perseguido”, el cual colocó en su estudio ya que por su tamaño era imposible ponerlo en otro lugar, y este hecho azaroso se convirtió en una coincidencia sorprendente para el autor, ya que mientras se encontraba escribiendo el guión de Circe, descubrió que su musa castigadora había siempre estado ahí, de perfil, con su ojo mirándolo fijamente (estas aseveraciones se pueden escuchar en audios presentados en la exposición).
La exhibición cuenta además con cartas, pasaportes y una licencia de conducir expedida en París, además de diversas fotografías que van desde que tenía 4 años (en la que aparece junto a su hermana Lia tomada en la capital catalana y es la imagen que abre la exposición), hasta su edad adulta, compartiendo momentos con Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Octavio Paz, con quien llegó a mantener una amistad muy profunda; Paz declaró alguna vez que “Dejo de verlo pero no de quererlo”.
Cortázar con un gran sentido del humor presumía de tres cosas, explicó Carlos Álvarez, ser el mejor jugador de ping pong (se rompió el brazo y era ambidiestro) y el mejor en hacer paquetes de libros (con una Vespa repartía libros). El tercer aspecto del autor de “Las Armas Secretas” tenía para presumir, era el tomo 3 de la Enciclopedia Universal, la razón es que según Cortázar el lomo es la cara del libro convirtiéndose así en lo más importante, y en el lomo de aquel libro aparecía “Cadafis-Cortázar”, volumen que tenía en la entrada de su casa y mostraba a quien fuera a visitarlo.
Estas son sólo algunas de las historias que esconden los objetos de uno de los escritores más influyentes de la literatura contemporánea, quien juega con las mentes con sus constantes vueltas de tuerca deambulando en delirantes laberintos.
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