jueves, 6 de febrero de 2014

Hoy, 190 aniversario de José María Marroquí

Este 6 de febrero se han cumplido 190 años del nacimiento en 1824 del médico, escritor e historiador mexicano José María Marroquí, quien fungió como Cónsul de México en Barcelona, entre 1874 y 1878. Hoy lo recordamos porque dice la historia que el Cónsul pasó problemillas económicos en esta ciudad. Lo transcribimos de un texto de Luís González Obregón:
"En 1874 se le nombró Cónsul de México en Barcelona, y embarcóse inmediatamente hacia este puerto, donde desempeñó dicho cargo hasta el año de 1878. Fue esta época la más difícil y azarosa de su vida, pues no recibía los sueldos con puntualidad, á consecuencia de los trastornos políticos de aquella época, y las penurias le obligaron á vivir de maestro de escuela en aquella hermosa ciudad catalana".
Nuevamente de regresó a su ciudad natal, el médico se dedicó arduamente a las investigaciones históricas, al mismo tiempo que dictó cátedras de Lengua castellana y de Literatura en la Escuela Nacional Preparatoria. 
Durante 20 años se dedicó a la creación de su obra más famosa “La Ciudad de México”, para la cual, de acuerdo con el cronista e historiador mexicano Luis González Obregón, alternaba sus diarios paseos matutinos y vespertinos por la Calzada de la Reforma y la Alameda, “su sitio predilecto, charlando con amigos bajo los árboles o en los billares del Hotel de Iturbide(...)”. 
Marroquí escribió además tratados didácticos, como “Estudio sobre los verbos irregulares” (1872); “Epítome de la Gramática de la lengua castellana” (1873, éste de mucho éxito aquí y en el extranjero, reimpreso en Barcelona en 1874, y en México en 1878); “Prosodia y ortografía” (1879) y “Lecciones de ortología castellana” (1883). En el género novelesco incursionó con “La Llorona”, cuento histórico mexicano (1887). En 1896 obsequió “La Ciudad de México” a la Municipalidad, con la condición de que le proporcionaran una persona para sacar una copia en máquina del manuscrito. 
La tarea se prolongó hasta los últimos límites de su existencia, de suerte que el original se entregó al Cabildo el 22 de abril de 1898, dos días antes de la muerte del doctor Marroquí. De acuerdo con su última voluntad, el autor pidió que se le sepultara en una fosa de tercera clase en el Panteón de Dolores, sin ponerle inscripción alguna.

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