Les compartimos hoy un artículo sobre el partido de esta noche entre FC Barcelona y Real Madrid, interpretado en clave política desde Jalisco.
GUADALAJARA, JALISCO (07/OCT/2012).- Un ex presidente del Fútbol Club Barcelona, Narciso de Carreras declaró que la entidad blaugrana era para Cataluña “más que un club”. No sólo representaba uno de los equipos más poderosos a nivel mundial, capaz de adquirir a cualquier estrella y luchar por todas las copas, sino que cumplía una función política y social muy importante. En aquellos años franquistas, la idea de España como “una grande y libre” provocó una persecución a todos esos territorios que se negaban a darle la espalda a su lengua y a sus raíces.
El País Vasco y Cataluña fueron las presas más visibles de esa persecución dictatorial, que también tocó fuertemente a otras comunidades culturales y Lingüísticas como Galicia. Era una época binaria: monarquía Vs. Republicanismo; autoritarismo Vs. Democracia; federalismo Vs. Centralismo; conservadores Vs. Liberales. Y, en esta lógica, y no menos importante, Real Madrid Vs. Barcelona. La cancha era la arena de la competencia política en un sistema electoral vedado de alternativas, en un país preso de una dictadura donde la pluralidad era simplemente una quimera.
Un ejército en la cancha
De aquellos años, cuando incluso el Barça fue apodado como “el ejército desarmado de Cataluña”, se tornó aún más política la confrontación futbolística entre los considerados, por muchos, los clubes más importantes del mundo del fútbol. El Barcelona carga en su escudo la bandera catalana, la “Senyera”, que significa el anhelo por autonomía.
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No es la bandera independista, la “Estelada”, que dibuja una estrella blanca en un fondo azul, pero es un signo de pertenencia e identidad nacional. El Real Madrid, por su parte, lleva orgullosamente en su escudo una corona que emula al Rey y su respeto por la Monarquía. Las diferencias no podrían ser más evidentes desde la insignia bordada al pecho: el abismo que separa a estos clubes es más que la rivalidad entre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.
En este sentido, el Barça Vs. Real Madrid que se juega hoy domingo representa una dimensión más que sensible de esta polarización política que se ha reflejado nítidamente en el campo de juego. Por un lado, la crisis económica que vive España ha provocado un endurecimiento del discurso nacionalista e independista de los catalanes. La “Diada” (11 de septiembre), día que se conmemora la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas, sacó a las calles a protestar por la independencia de Cataluña a un millón de personas. El mensaje fue claro: el debate sobre la independencia ha vuelto.
No fue raro ver en las primeras filas de la manifestación al presidente de los blaugranas, Sandro Rosell. Su participación en una manifestación rodeada por banderas del FC Barcelona y con el anuncio de que la siguiente temporada el equipo portará los colores de la “Senyera” como uniforme de visitante, marcaron el punto más álgido de un vuelco mucho más nacionalista que ha tomado el Barcelona en los últimos años.
Desde la presidencia del polémico Joan Laporta (actual diputado de Convergència i Unió, partido nacionalista catalán), el discurso nacionalista ha sido defendido desde la dirección del club.
En la misma tónica, los últimos años han marcado una notable “catalanización” del cuadro “culé”.
El primer equipo se ha nutrido exitosamente de su cantera, la “Masía”, de donde provienen jugadores catalanes de la talla de Xavi Hernández, Carles Puyol, Gerard Piqué, Cesc Fàbregas, Victor Valdés, Sergio Busquets, Andreu Fontás, Marc Bartra y Jordi Alba. Muchos de ellos incluso han defendido los colores de la “Segadora”, la selección de fútbol de Cataluña, que ha buscado por décadas ser admitida como un combinado nacional independiente de España (siguiendo el ejemplo de Irlanda del Norte, Escocia y Gales en el Reino Unido). No es exagerado decir que este es el Barcelona más catalán de su historia, y que además comulga con los principios políticos soberanistas.
Aunque todavía no confirmado, trascendió que en 2011, Gerard Piqué, central blaugrana, increpó a los jugadores del Real Madrid en la Final de la Copa del Rey con la frase: “ya les ganamos la liga de su España ahora les ganaremos la Copa de su Rey”. Una provocación que levantó miles de polémicas y obligó a Piqué a desmentir el hecho.
En el mundo de la Casa Blanca, conquistar la Liga 2011-2012, con el añadido extra de propinarle el golpe fatal al Barcelona en el Camp Nou de la ciudad condal, significó romper un ciclo de tres ligas y 14 títulos que lograron los blaugranas de la mano de uno de sus ídolos, Josep Guardiola.
Guardiola, que nunca ha escondido sus reivindicaciones nacionalistas y su vínculo político con el ex presidente Laporta, fue un hombre que mantuvo a distancia al Real Madrid durante muchos clásicos. Su confrontación con el actual técnico del Real Madrid, José Mourinho, a pesar de compartir vestidor durante algún tiempo en el pasado, se convirtió en un espectáculo seguido en todo el mundo.
El “polémico Mou” contra el “políticamente correcto de Guardiola”, que aun así no pudo mantener la compostura durante sus cuatro años al frente del Barça. La presión del portugués fue implacable y la tenacidad y competitividad que caracterizan a Mourinho provocó que en más de una vez Guardiola perdiera las reglas de civilidad que tanto defendió.
El Real Madrid ha preferido mantenerse ausente de la espinosa “cuestión catalana”. Hace unos días ante una pregunta explícita, José Mourinho prefirió no declarar al “no ser catalán”. Sin embargo, la polarización y la rispidez del tema lo hace difícil de esquivar. En la concentración de la Selección española durante la última Eurocopa que coronó a la “absoluta”, las diferencias entre los jugadores fueron notables. Cesc Fàbregas y Gerard Piqué constantemente provocaban a Sergio Ramos, defensa central y lateral del Madrid, con sus orientaciones nacionalistas. En una conferencia de prensa incluso Ramos se molestó con Piqué por contestar una pregunta en catalán cuando había sido formulada de origen en español. Las tensiones al interior de la “Roja” siempre estuvieron al máximo, lo que no significó ruptura o baja de juego, lo que el entrenador Vicente del Bosque buscó cuidar desde meses atrás.
Cataluña ha entrado en un polarizador proceso electoral donde el tema central es la realización de un referéndum que saque a los siete millones de catalanes a votar si están a favor o en contra de la independencia catalana. Según las encuestas, más del 50% de los catalanes le darían el sí a la propuesta. En este contexto, el Barcelona Vs. Real Madrid de hoy constituye un evento deportivo con marcados tintes políticos. Agrupaciones políticas independistas como Esquerra Republicana o Solidaritat Catalana han pedido a los aficionados que acudan al Camp Nou con la bandera “Estelada”, el símbolo más claro de la reivindicación catalana por un país propio y un Estado autónomo. La Generalitat catalana, el Gobierno de la comunidad autonómica, ha puesto en marcha un operativo para impedir violencia en un partido con un cariz muy especial.
A lo largo de su historia, el fútbol ha sido identificado de formas muy distintas: como algo irrenunciable (“En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”, Eduardo Galeano); como una religión (“El fútbol me interesa porque es una religión benévola que ha hecho muy poco daño”, Manuel Vázquez Montalbán); o como una guía ética (“Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”, Albert Camus). No queda lugar a dudas que este domingo, la política y el fútbol volverán a verse las caras. Y, para muchos, la patria se jugará en 90 minutos.
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