viernes, 24 de agosto de 2012

Núria Feliu, su arte y su patria

Artículo de José María Muriá.
La victoria en Hispania del franquismo, que le vino como anillo al dedo a la “España profunda”, significó para Cataluña quizás el peor descalabro de toda su historia. Para aquella generación, que había nacido a fines del siglo XIX, les causó vivir los años postreros en verdad aplastados por el enemigo. Por fortuna, la generación de Nuria Feliu, nacida durante los primeros años de la salvaje dictadura, creció en las mismas condiciones, mas tuvo la enorme fortuna de ir ganando terreno y, a fin de cuentas, haber contribuido a la recuperación de su cultura y de su patria. 
 A muchos de ellos, en medio de la obscuridad les cupo el gozo de ir abriendo la entrada a diversos rayos de luz. La recuperación de su idioma que quisieron exterminar no fue fácil y tuvo que tocar muchas teclas, desde la parte sofisticada de hacer diccionarios y gramáticas y desarrollar letras de de gran calidad, hasta llevar su uso a los últimos rincones de las casas. Alguien tenía, por caso, que introducir el catalán en la música cotidiana. 
Más allá de la preservación de los cantos tradicionales rurales y urbanos, el uso de la lengua, que crecía contra viento y marea, reclamaba no quedar fuera de lo que se oían en las estaciones de radio de todas partes. Como una suerte de Gertrudis Bocanegra, la gran heroína michoacana en favor de nuestra independencia, podríamos decir que Nuria Feliu es la gran heroína catalana que apropió para su causa las canciones “del diario”. Fue gracias a ella, a partir de 1965, cuando el franquismo todavía estaba en su cúspide, quien empezó a cantar con su cristalina y pícara voz, jazz, boleros, cuplés y demás composiciones de moda en ese antiguo idioma que, según sus enemigos, ya no saldría de los ámbitos rurales. No fue su arte el de la música combativa —de gran mérito también— sino la introducción de letras catalanas “inofensivas” en el día a día de todos, que empezaron a sugerir que esta lengua llegaría a ser de uso normal. 
 A Nuria Feliu, que tantos jóvenes de antes oímos cantar en el idioma que no habían podido arrancar del subconsciente colectivo ni verdugos ni gendarmes, la tuvimos en Guadalajara el pasado miércoles rindiendo homenaje a tres escritores que hallaron refugio en México y desde aquí pudieron contribuir también a su lucha a favor de la lengua. Ya casi no canta, pero continua leyendo y declamando maravillosamente. 
Esta gloria de Cataluña, premiada y homenajeada en infinidad de ámbitos, el próximo martes actuará en Puerto Vallarta y el miércoles me sacará las lágrimas cuando declame poesías de mi papá al inaugurar en la flamante Biblioteca Pública de Jalisco, la colección de libros catalanes que nuestra Universidad ha decidido que lleve el nombre de él

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