Este viernes el rey de la ranchera Vicente Fernández se despidió de su público barcelonés, formado, eso sí, por miles de latinoamericanos entre los que había gran parte de la comunidad mexicana radicada en Catalunya, que acudió a esta primera cita de su gira de despedida por Europa.
Hubo un inicio accidentado. Se abrieron las puertas de par en par y gran parte de los primeros asistentes de la cola, muchos de los cuales llevaban entradas de las más baratas, corrieron decenas de metros y se colocaron en primera fila tirando vallas, sillas y saltándose completamente las indicaciones del personal de seguridad, insuficiente ante la avalancha de descontrolados.
Ya ni quien los moviera, ni consiguera que se movieran un milímetro los muy acomodados, aunque los Mossos d'Esquadra y los organizadores amenazaran con suspender el concierto. Las quejas se sucedieron por parte de aquellos que, pensando en ser privilegiados por haber comprado palcos a 250 euros, o entradas VIP a 145, vieron que se tenían quedar de pie, arrinconados, frente a los listos de turno que se apropiaron de sillas y mesitas cual fiesta mayor de pueblo.
La organización lo solucionó contratando a última hora miles de sillas que llegaron una hora después para todos los VIPS y preferentes, apretujados en la pista, mientras los que habían adquirido las entradas más económicas se encontraban bien sentados en las gradas, aunque lejos, y disfrutando el lamentable espectáculo. Al llegar las sillas, una señora de Navarra que había pagado sus 250 euros de palco, preguntó que si la silla de plástico tenía que ir a buscársela ella al camión.
Finalmente, la música amansó las fieras. Y básicamente, quien lo hizo fue el enorme Vicente Fernández.
El ecuatoriano Juan Fernando Velasco inauguró el concierto con una hora de espectáculo, al que siguió Pipe Bueno centrado en contentar más a su fiel público colombiano y a otras nacionalidades, pero evitando referirse a México, aunque unos cuantos mexicanos en primera fila se lo pidieran. Muestras de desprecio que también tuvo uno de los orondos presentadores del evento. Aunque sin el mexicano Vicente Fernández no hubieran tenido un público tan numeroso.
Algunos de los ganadores del sorteo de MEXCAT |
Ya Vicente si, evidentemente, hizo muchas referencias a los mexicanos y mexicanas congregados en el recinto del Fórum, donde finalmente tuvo lugar el concierto, para disgusto de buena parte de los asistentes, por lo aséptico y frío del recinto, en comparación a La Monumental. Vicente, sin embargo, no defraudó, y aunque en alguna de las casi 50 canciones que cantó se le fue la letra momentáneamente, siempre lo supo resolver con sonrisas, cumplidos al público entregado, comentarios y mucha complicidad. Las lágrimas afloraron en los ojos de muchos de sus admiradores, muchos de los cuales llegaron de otros puntos de España y de Europa.
Al maestro lo acompaño el Mariachi Azteca, con gran presencia escénica, y una gran pantalla de vídeo que acercaba el rostro de Chente a aquellos que se encontraban más alejados, y más cómodos, lejos del escenario. Una bandera mexicana, traída por MEXCAT, y regalada al maestro, presidió el escenario, frente al cantante y más tarde, entregada en mano por Amparo, la nieta de Chente, al propio artista.
Una noche histórica en Barcelona, gracias al rey de la ranchera, que se despide de nosotros aunque su música y su voz nunca vaya a morir.
Agradecemos a la organización por las facilidades para el sorteo de 6 entradas VIP que realizó MEXCAT hace unos días, así como a la nieta de Vicente Fernandez, Alba, por su complicidad. Esperemos que los afortunados que nos acompañaran lo disfrutaran.
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