Como no podía ser menos, el cantante mexicano más universal de los últimos veinte años, volvió a Barcelona para presentar este jueves su último trabajo, que lleva propiamente el nombre del autor, "Luis Miguel", un espectáculo en que el Sol de México pudo regalar a su fiel público barcelonés algunas de sus nuevas canciones, al lado de boleros y rancheras que forman parte de su repertorio habitual.
En un escenario monumental, con una iluminación generosa, Luis Miguel se presentó en catalán poco después de la hora prevista, a las 21:30, entre el griterío creciente de sus múltiples fans, un público básicamente latinoamericano, que junto a varias despedidas de soltero y rubias gritonas con globitos configuraban un heterodoxo panorama. Sorprendía los atuendos de gran parte del público, que no tuvo reparos en vestirse con ostentosos vestidos y trajes de gusto dudoso, dando al recinto condición de gran teatro de ópera, y a Luis Miguel, el de divo de la lírica. No tuvieron reparos en sudar los trajes en una pista abarrotada, o de sentarlos en simples sillines de plástico.
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