
La ciudad multiplica y saca a la calle sus actividades. Los músicos multiplican los conciertos a beneficio del millón y medio de damnificados por los diluvios, los aludes en la sierra y las riadas en los llanos de varios estados del país. La tragedia anual de la época de lluvias, cada año más grave, las carreteras cortadas y los puentes caídos «de acá para el sur», es el presente que afronta la población. En medio de las celebraciones del pasado y una auténtica estampida hacia un futuro incierto. El otro presente, el de la narcoguerra, los mexicanos, sobre todo los chilangos o capitalinos, se agolpan a verlo en el cine.
La peli es el El infierno. Su director, Luis Estrada, hizo más que cien campañas políticas en 1999 con La ley de Herodes. Muchos mexicanos decidieron acabar al año siguiente con el septuagenario, todopoderoso PRI (Partido Revolucionario Institucional) al ver reflejada en la pantalla grande la corrupción y aquella «dictadura perfecta», como la definió Mario Vargas Llosa, llena de frases dogmáticas del estilo de «ley de Herodes: o te chingas o te jodes». Ahora, todos se preguntan cuál será la influencia histórica de El infierno, espejo de una realidad lacerante. Una realidad apenas maquillada en las pantallas pequeñas, que muestran un creciente poder político y apuestan por resucitar al PRI con el candidato guaperas, Enrique Peña, gobernador del vecino estado de México.
Una realidad que tampoco logran ocultar las decisiones internacionales ni los internáutas que premian el bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución con la mujer -Jimena Navarrete, miss Universo-, la bandera -esa tricolor que ondea por el país con un gigantismo por otros imitado- y la moneda -la conmemorativa de dos onzas de plata El Tren Revolucionario— más bellas del mundo.
La censura ha entendido que lo que los chavales ven a diario en los noticieros de la tele no lo pueden ver de forma más comprensible y satírica en el cine. Como hizo con La ley de Herodes o El padre Amaro, y pese a su efecto bumerang, la censura ha decidido que El infierno solo es para mayores.
Las mafias que importan millones de discos vírgenes y piratean películas han multiplicado enseguida su trabajo. En los mercadillos callejeros destaca solo un ratito el montón de El infierno entre otras mil músicas y películas. Es la que los vendedores repiten en sus teles. Y ya todo el mundo tiene El infierno en casa. Incluso los que realmente lo tienen con solo abrir la puerta.
Podeu llegir la versió catalana en aquest enllaç
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