domingo, 24 de febrero de 2019

El artista José Montes se prodiga en la prensa mexicana


En los últimos meses, el artista mexicano José Montes, oaxaqueño residente en Barcelona, se prodiga en la prensa mexicana, con artículos sobre su obra, y sus recientes exposiciones de varios puntos de México y en Europa. 
Nos hacemos eco del texto que apareció en la Revista Mujeres, sobre su obra, realizado por Albert Torras, presidente del Seminario de Cultura Mexicana en Barcelona.



Devorando sabiduría 
Arte y literatura en la obra de Jose Montes Nicolas 
Texto: Albert Torras 

 He descrito, a lo largo de los últimos años, el arte de los amigos. Describir, a veces con cierta cursilería, en otras ocasiones con cierto desconsuelo, a menudo incluso con ironía, pero siempre con cierta pasión. Está bien que las artes plásticas conversen con la literatura. Uno cree ponerse al menos a cierta altura de la obra creada, cuando pone palabras a aquello que ha sido realizado con las manos, con pinceles o cinceles. Al cabo escribir sobre arte es algo que hacemos también deslizando los dedos encima de un teclado -otros con pluma en mano, notando el papel bajo la tinta-. Así pues, nuestra vanidad que no es poca, entre los escritorzuelos que sobrevivimos en nuestra mediocridad diaria, nos regozijamos en la posibilidad de poner palabras a aquellas piezas a las que el hombre de la calle calificaría simplemente como "bonitas". Dar un paso más, recubrir la pieza de cierta poesía, nos asimila a los poco habilidosos con el lienzo, a los artistas plásticos. Pero no podemos quedarnos en la simple descripción. Y aunque la interpretación la dejamos casi siempre al propio albedrío del espectador, tenemos la responsabilidad aquellos que usamos las palabras para entintar los papeles, de aplanar el camino a los que menos acostumbrados están, y también a los que desean respuestas fáciles, en tiempos como los nuestros. Como ya hay gente que fabrica mondadientes, que cultiva papayas, que arregla cerrojos, o que programa teléfonos, aprendemos cada vez a ser más cómodos, y a dejar que otro lo haga por nosotros. Interpretar el arte entra en esos planes. Opinar, ya casi también. A lo largo de los últimos 15 años he seguido con esmero la obra de José Montes. Puedo decir que algunos de mis textos, probablemente casi una veintena, reflejan la evolución de Montes desde sus primeras obras recién llegado a Barcelona, proveniente de Oaxaca, hasta las nuevas piezas que expone estos días en Europa y México. Releer estos textos, contemplando cada una de las piezas, series, y su contexto nos permite hacer un paso más, y además de ahondar en la descripción, interpretar lo que siente el artista en cada momento de su vida. De unas piezas de desbordante colorido, con figuras a medio camino entre el mito y el animal, con deslices hacia el suprematismo colorista de Tamayo, con cierto gusto por el monstruo de Toledo, Cuevas y otros maestros del país... la obra de Montes se rompe al descubrir el cuerpo humano, elimina colores superfluos y se centra en unos pocos: el macilento tono de las pieles, del rosa al café pasando por amarillos y verdosos, la extensa paleta de grises que ha merecido más de un artículo... Sin duda, observar su evolución nos permite conocer más al hombre, desde el aventurero feliz que llega al viejo mundo a vivirla, hasta el padre responsable que descubre el sufrimiento, el amor, la responsabilidad, el dolor, la preocupación por el mañana y por el futuro, que acechando llega al artista y al escritor, más maduros. La arruga se estigmatiza en nuestra obra, esperando siempre encontrar un nuevo camino, una nueva luz a la que asirse. Este año, José Montes llega al esplendor de sus piezas, después de una etapa buscando un hiperrealismo que ya sabe que no es necesario pretender. Sus obras ocuparán las paredes de salas de exposiciones en Guadalajara, en Italia, en Irlanda, en Barcelona... buscando nuevas lecturas que le otorguen nueva vida, nuevos propietarios que vean en ellos la obra ya madura de un hombre joven. Un hombre que, por muy arriba que llegue con su arte, sigue comprometido con el mundo que lo rodea, y con las gentes que susurran aquí y allá. Hace unas semanas, Barcelona inició el aniversario de uno de nuestras artistas más emblemáticos. El surreal y poético Joan Brossa, que dando al arte un sentido conceptual de lo más elevado, consiguió hacerlo terreno a la vez y cercano a la gente del pueblo. Sin duda, el chapulín de tres toneladas, obra de Brossa, que culmina la sede del Colegio de Apareadores de Barcelona, será, para Montes y para mí, faro, luz y guía del Año Brossa. Es por ello que le propuse, igual que a la Fundación encargada de esta celebración, una acción poético artística que recuerde a Brossa y su relación con México, mediante este enorme chapulín, "La Llagosta", que en aquellos rumbos es símbolo de sabiduría. Leer Brossa, sentir Brossa, será posible también con un conjunto de papirofléxicos chapulines que Montes nos colocará, en fila o desconcertados, a los pies de la gran estatua. Después del recital, una degustación de chapulines que Montes, como todo buen oaxaqueño, guarda en su alacena, servirá para místicamente, entre todos, devorar la sabiduría que guardan artistas y poetas. Y así, entre versos, pinceladas y chapulines seremos, en unas semanas, mejores artistas, y mejor personas. ¡El mejor de los éxitos les deseamos a este artista oaxaqueño que triunfa en Europa Revista mujeres Shaíque!

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