Como si se tratara de un concierto de líneas y trazos, Vicente Rojo celebra 80 años de vida en plena actividad creativa. Es capaz de realizar, en tan sólo unos minutos, el boceto de uno de los cuadros que expondrá durante el próximo Festival Internacional Cervantino. El pintor, grabador, ilustrador y diseñador nacido en Barcelona, España, y naturalizado mexicano, muestra su generosidad y con su regla, como si fuera la batuta de un director de orquesta, trabaja su obra más reciente ante las cámaras de MILENIO. La luz de su estudio le ayuda a imaginar y a concebir ese diseño que en el fondo es una reproducción de una de sus obsesiones, presentes desde que empezó a pintar, la representación de la letra “A”.
Se le identifica por haber diseñado el logotipo del Museo José Luis Cuevas; la imagen gráfica del homenaje nacional Tamayo 70, y por ser el autor de la obra que ilustra la novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Para festejar ocho décadas de vida y sus 60 años como creador artístico, prepara el montaje de varias exposiciones, tanto en la galería López Quiroga, como en el Centro Nacional de las Artes, el Cervantino y en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica (FCE).
¿Cómo ha vivido estos 80 años?
Mi vida como tal, la quiero mantener en privado… Pero puedo decir que he podido resistir todos estos años porque he estado extraordinariamente bien acompañado, yo no me veo haciendo mi trabajo solo, excepto cuando estoy en mi estudio; fuera de eso, todo lo que he hecho ha sido porque he tenido un gran apoyo. Mis éxitos tienen que ver con mi vida privada, con el amor y la amistad, no entiendo un éxito a partir de la pintura, la escultura o el diseño.
¿Y su vida en México?
Volví a nacer cuando llegué a México, no olvido los 17 años que pasé en Barcelona. Estoy consciente de que en realidad mi vida empezó a desarrollarse en este país a partir del apoyo que recibí de dos personas, mis maestros Miguel Prieto y Fernando Benítez. Ellos están en el origen de mi vida, de mi trabajo y de todo lo que soy.
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Con tantas exposiciones en su honor, ¿cómo se siente?
Siempre mantuve un esquema que ahora a mis 80 años acabo de romper, pero creo que puedo permitírmelo: nunca había pedido una exposición y lo acabo de hacer porque me gustaría mucho ver mi obra en la librería Rosario Castellanos del FCE, quería mostrar las imágenes que he realizado para acompañar textos de Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez.
¿Cómo nació la idea del diseño de la novela que publicara Gabriel García Márquez en 1967?
Esa obra me la pidió el propio García Márquez, quería que fuera la imagen de su novela Cien años de soledad, yo la mandé a tiempo, no sé por qué razón no llegó a la editorial en Argentina, así que improvisaron una portada. Hasta que se agotó esa primera edición, mi obra empezó a ser parte de la novela del escritor colombiano. Creo que mi propuesta artística, nacida de haber leído el original que me dio García Márquez, se detuvo en Macondo antes de llegar a Buenos Aires para que ahí alguien decidiera si la portada estaba bien o no.
¿El arte debe tener una función social?
Esa función puede ser desarrollada a través de la imaginación, creo que los grandes problemas sociales políticos y económicos no se resuelven si no se apoyan en la imaginación.
Por lo que respecta a mi trabajo, he tratado de echar a volar mi imaginación, me hago la ilusión de que mi trabajo sí ha cumplido con esa función, pues hice siempre diseño gráfico en el campo cultural y editorial, eso me da cierta tranquilidad.
¿Qué opinión le merece el México actual?
En estos momentos tan difíciles que estamos viviendo, a consecuencia de un mundo tan violento y tan cruel, insisto que la imaginación es la clave, sólo nos podría salvar alguien como el ex presidente Lázaro Cárdenas, quien poseía una gran sensibilidad e imaginación, lamentablemente nadie ha continuado esa línea.
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