miércoles, 14 de marzo de 2012

El mexicano-catalán Vicente Rojo es homenajeado a sus 80 años

CIUDAD DE MÉXICO, 14 de marzo.- “Prefiero pensar en ocho años que en 80”, afirma sin dudar el artista plástico Vicente Rojo, quien reconoce que llegar a esta edad, que cumplirá mañana, más que asustarle o imponerle, realmente le sorprende.

“Es una edad bastante importante. Ya debí haber sentado cabeza, pero creo que aún no lo he hecho. Espero que me quede aún oportunidad de hacerlo”, comenta risueño en su estudio de Presidente Carranza, en Coyoacán, donde ha establecido su guarida creativa desde 1993.
Tímido aún, como el joven de 17 años que era cuando llegó a México en 1949 proveniente de su natal Barcelona, amable, paciente, el pintor, escultor, diseñador, tipógrafo y dibujante rechaza, tras 60 años de trayectoria, que haya encontrado su identidad plástica. “Si es que eso existe, la sigo buscando”.
El integrante de la Generación de Ruptura, grupo que marcó el rumbo del arte nacional durante la segunda mitad del siglo XX, ha definido su obra en algunas ocasiones como un susurro y, en otras, como un canto, aunque acepta que ahora le gusta más la segunda idea.
“Un canto es una forma de que la escritura vuele, crezca, se desarrolle; tiene que ver más con la poesía. Quisiera verme en estos términos. Espero que ahora que me toca vivir esta edad de ocho años pueda desarrollarlo mejor”, explica en entrevista.
El Premio Nacional de Ciencias y Artes 1991 admite que la soledad ha sido su amiga fiel a la hora de crear. “Necesito mi soledad mientras estoy en el estudio y trabajo. Pero en realidad, he podido dar vida a mi obra, aunque parezca un contrasentido, porque he estado extraordinariamente bien acompañado. Esa compañía que tiene que ver con mi familia y con mis amigos ha sido esencial para mí. No hubiera podido crear sin esos apoyos”, reconoce.
Rojo encontró en las series temáticas una forma de trabajo que iba con él. La primera que generó, aún sin proponérselo, fue Señales, en la que exploró las figuras geométricas sencillas.
Posteriormente, narra, surgieron ya con intención Negaciones, a la que dedicó cinco años de su vida; Recuerdos, cinco años más; México bajo la lluvia, que recreó durante una década; Escenarios, la más larga, confeccionada durante 20 años; y, desde 2009, Escrituras.
“Cada serie implicaba un cambio de estructura, de lenguaje, de visión, un proyecto diferente. Nunca sé cuánto van a durar, qué tan ricas serán; pero me doy cuenta cuando debo abrir una nueva porque empiezan a surgir en la que trabajo elementos ajenos”, aclara.
Su obra ha sido concebida en series durante 60 años. Incluso, se ha expuesto de la misma manera, sus retrospectivas han sido presentadas en forma cronológica. Pero ahora, para celebrar sus ocho décadas de vida, Rojo desea romper esta estructura, por lo que ideó la exposición Ocho estaciones: 1952-2012 que reúne 134 piezas representativas.
“Mi intención es relacionar todas las series que siempre he visto por separado. Tratamos de hacerlas dialogar a través de ocho grandes temas: Confrontación, Itinerarios, Grafismos, Naturaleza, Visiones, Memoria, Lecturas e Interiores”, detalla.
Señala que la muestra que se inaugurará en la Galería López Quiroga el próximo 24 de marzo empieza con tres obras figurativas hechas en 1952, dos de ellas “muy escolares”, y termina con tres piezas facturadas en 2012.
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Revisar la infancia
El diseñador de proyectos culturales como editorial Era, el suplemento La Cultura en México y la revista Artes de México, así como del logotipo del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en el que recrea el sol azteca, quiere recordar a los 80 años al niño que fue a los ocho, quien sufrió la carestía y “la oscuridad” que dejó la Guerra Civil española.
“Es una época difícil de explicar, porque Barcelona representó 17 años de mi vida, que tienen un peso muy específico; pero que, enfrentados a los 60 años que tengo en México, representa una parte menor.”
Pero fue en esta urbe donde detectó su pasión por las artes plásticas. “A los cuatro años de edad descubrí una vocación que no sé de dónde surgió. Pero yo quería y trataba de tener tijeras, lápices, pegamento, colores, para ir armando mis dibujos, los intentos que tenía de hacer algo con el papel y el lápiz”.
Rojo aún conserva, “para mi horror”, algunos de estos dibujos, que eran barcos, aviones, futbolistas, retratos. “A los 13 años, comencé a trabajar en un taller de cerámica, como aprendiz; y en las noches tomaba clases de escultura, bastante magras, porque las posibilidades de mi familia eran limitadas”.
Dice que siempre supo, desde que su padre partió hacia México en 1939 como exiliado político, que él vendría finalmente a este país. “Esta era una de las pocas cosas que tenía claras. Afortunadamente lo pude lograr diez años después”.
En México halló, además de la luz, el sol y la libertad anímica, una gran efervescencia cultural. “Enseguida encontré una serie de relaciones que me abrieron a la vida, porque lo que yo había tenido hasta entonces no puedo llamarlo vida. Conocí a Miguel Prieto y a Fernando Benítez. Empecé a trabajar en el INBA y ahí veía a distancia el formidable equipo que lo fundó: Carlos Chávez, Fernando Gamboa, Miguel Covarrubias, Salvador Novo. Y aprendí mucho de ellos”.
Otras fuentes de inspiración fueron el arte prehispánico, los edificios coloniales, el arte popular y los muralistas. “En ese mundo mexicano tan rico empecé a enterarme de lo que era la vida cultural y artística. Desde entonces, México lo ha sido todo para mí”.

¿Dónde y cuándo?
La exposición antológica Ocho estaciones, de Vicente Rojo, se inaugurará el sábado 24 de marzo, a las 12:00 horas, en la Galería López Quiroga (Aristóteles 169, Polanco), donde permanecerá abierta hasta el 5 de mayo próximo

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